El mes pasado, Brian Auber decidió poner en práctica un pequeño experimento fotográfico y artístico. La idea era ver de cuántas formas distintas podía interpretarse una misma fotografía por distintas personas. Cogió una de sus fotos no editadas y ligeramente defectuosa y se la envió a varios amigos con la petición de que cada uno de la editase como quisiera.
El propio fotógrafo se sorprendió de la cantidad y variedad de resultados conseguidos. En opinión de Auber, las conclusiones que se pueden extraer son, por un lado, que una buena fotografía es 50% captura y 50% post-procesado, que le belleza está en el ojo del que mira y que siempre hay que dar a nuestras fotos una segunda oportunidad.
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